El comienzo de un nuevo año es un buen momento para mirar el futuro y analizar como los cambios demográficos y la acelerada evolución de las innovaciones tecnológicas generan impactos en los mercados laborales.  

La población mundial que en 2015 se estimaba en 7349 millones de habitantes se prevé que alcanzará en 2050, los 9725 millones. Esta evolución a nivel global integra comportamientos muy diferenciados. África, que actualmente representa el 16,12% del total, se prevé que incremente su participación para mediados de siglo al 25,48%, en tanto el resto de los continentes disminuyen la suya. Este comportamiento es muy marcado en Europa cuya población se espera que disminuya del 10,04% actual al 7,27%. Esto plantea que el continente de menores ingresos per cápita es el que se espera que aporte el mayor crecimiento poblacional, en tanto que las regiones de mayores ingresos disminuyen las suyas. Estos comportamientos se enfatizan cuando se observa la evolución etaria. El tema está vinculado a la participación de población de 60 o más años respecto de la total. Se trata de un proceso calificado como “envejecimiento poblacional”. El indicador más usualmente utilizado, población de 60 o más años respecto a la total, arroja resultados contundentes. A nivel mundial esta relación era del 9% en 1994, del 12% en 2014 y se espera que alcance el 21% para el 2050. Esta evolución admite comportamientos muy disímiles. En la publicación “La Situación Demográfica en el Mundo - 2014” de Naciones Unidas, a título ilustrativo de lo planteado, se señala que, en tanto en Alemania, Italia y Japón solo hay entre 2,5 y 3 adultos en edad laboral por cada persona mayor, en los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, esta relación alcanza a 35 personas en edad laboral por cada persona mayor. Argentina no es ajena a este proceso.De acuerdo a estadísticas y proyecciones elaboradas por el INDEC, se puede observar que el grupo etario de 60 o más años, que representaba el 14,15% de su población total, de acuerdo al censo del 2010, está previsto que se eleve a un 19,25% en el año 2040.

Contemporáneo a este proceso, se observa otro de similar trascendencia en las estructuras sociales. Se trata de la expansión acelerada de procesos automatizados de producción con impactos cada vez más profundos sobre el mercado laboral. Contemporáneamente, en forma creciente, se observa que este tipo de innovación tecnológica avanza más allá de aumentar la productividad del trabajo; lo reemplaza. En una reciente publicación del Banco Mundial “Cambio Tecnológico y Mercado de Trabajo en Argentina y Uruguay” se plantea que este proceso tiende a generar una polarización en el mercado laboral. En un extremo, trabajadores de alta calificación, responsables de tareas cognitivas de alto nivel, no reiterativas. En el otro extremo, trabajadores de menores calificaciones, que se dedican a tareas manuales que no son susceptibles de ser automatizadas y que generan menores ingresos. Frente a estos desafíos, el experto en “Protección Social” del Banco Mundial Ignacio Apella, sostiene que es necesario que el estado, en el corto plazo, esté atento a la incorporación de tecnologías de automatización moderando sus efectos en el mercado laboral y, a más largo plazo replantee el sistema educativo orientándolo en función de los cambios previstos en los sistemas de producción.             

Si bien es complejo avizorar el futuro, en los casos planteados existen claras señales sobre su orientación. Plantear políticas que superen el corto plazo nos permitirá aprovechar y no lamentar las profundas transformaciones que se avecinan.