EL PROBLEMA HISTÓRICO DE LA DEPENDENCIA ECONÓMICA EN LA ARGENTINA

PROF. FEDERICO COPPARI

jueves 21 de diciembre de 2017 - 16:02

 

 

Descripción: LogoOk.jpg

 

 

EL PROBLEMA HISTÓRICO DE LA DEPENDENCIA ECONÓMICA EN LA ARGENTINA

 

Profesor Federico Andrés Coppari[1]. Instituto de Capacitación Aduanera.

 

A partir de la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII y la completa interrelación económica mundial en el XIX, la dependencia económica es uno de los problemas más graves que puede afrontar cualquier país. Tener una economía dependiente no solamente limita aspectos productivos (como un pleno desarrollo industrial, aumento de productividad, el nivel de reinversión o riqueza), sino también sociales y culturales (como la redistribución de riquezas con el fin de lograr una igualación en las oportunidades sociales y económicas), que terminan bloqueando el desarrollo socioeconómico del país.

 

Argentina se incorporó económicamente en el mercado mundial a mediados del siglo XIX como un país productor de bienes agrícolas y ganaderos. Dentro de la División Internacional del Trabajo, Argentina obtenía ingresos por sus exportaciones de lana, carnes y cereales y los utilizaba para incorporar bienes manufacturados de los países industrializados. De esta manera, a fines del siglo XIX, Argentina llegó a ser el 6º país más rico del mundo. Sin embargo no es menos cierto que esta economía orientada hacia el exterior generó la dependencia económica del “granero del mundo” en relación con los países industrializados de Europa que compraban sus productos. Es decir que el verdadero motor de la economía argentina no eran sus productores agropecuarios, sino sus compradores industrializados. Países como Inglaterra, Alemania, Francia o Bélgica no solamente se quedaban con los ingresos engendrados por el valor agregado de sus mercancías, sino que también sometían económicamente a los países no industrializados por distintas vías. Por ejemplo la Inglaterra de la Reina Victoria controlaba el sistema de transportes marítimos, sus bancos financiaban las obras públicas del Estado argentino y sus ferrocarriles dibujaron todo el mapa nacional desde el interior hacia Buenos Aires.

 

La economía nacional dependía pura y exclusivamente de la demanda europea, y el estallido de la Primera Guerra Mundial dio el primer tono de alarma con respecto al frágil sistema económico argentino. Durante la primera presidencia de Yrigoyen (1916-1922) los países europeos orientaron la totalidad de su economía al servicio de la guerra y redujeron la importación de productos alimenticios. Pero el sistema agroexportador argentino se recuperó con las exportaciones de la posguerra que no solamente beneficiaron al sector rural, sino también a la reciente industria nacional de bienes de consumo. Es menester remarcar que dicha industria -surgida gracias al explosivo aumento demográfico de las inmigraciones masivas desde 1870- fue hija de la prosperidad económica que dejaban las exportaciones.

 

Con el crack de la Bolsa de Wall Street en 1929 y la crisis económica mundial de 1930, los países europeos (principalmente Gran Bretaña) dejaron de comprarle bienes primarios a la Argentina y la dependencia económica se denotó en su máximo esplendor. Para intentar solucionarlo se reestructuró el sistema económico nacional orientándolo hacia la industria nacional. Así surgió la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) que buscaba un progreso a nivel industrial para alcanzar el ideal de la autonomía económica. Sin embargo este modelo (que podemos ubicarlo hasta fines de la década del ’50) en lugar de solucionar el problema de la dependencia económica, solamente sustituyó un tipo de dependencia por otro. Con la ISI se pasó de una dependencia de la importación de bienes manufacturados, por otra basada en la importación de los bienes de capital necesarios para una producción industrial orientada hacia el limitado mercado interno. Además la demanda externa de bienes primarios seguía siendo el motor de esta industria nacional, ya que el Estado subvencionaba las industrias vía subsidios gracias a los beneficios obtenidos por las exportaciones (el ejemplo más claro fue el rol que tuvo el IAPI durante las dos primeras presidencias de Perón).

 

En la década de los ’60, impulsado tanto por gobiernos democráticos como de facto, se intentó profundizar la industrialización con el modelo desarrollista para lograr el tan esperado take off. Durante la presidencia de Frondizi la industria nacional apuntó a la producción de bienes de consumo duraderos, y en la segunda mitad de la década a la industria de base. Sin embargo fue imposible generar una industria competitiva a nivel internacional porque los bienes de capital adquiridos por inversiones extranjeras ya estaban completamente amortizados en sus países de origen.

Durante el resto del siglo XX, el neoliberalismo dejó de ver la dependencia económica como un aspecto nacional y pasó a verlo regionalmente (por ejemplo con la creación del MERCOSUR en 1991). Sin embargo las políticas económicas neoliberales hicieron poco por intentar solucionar el problema de la dependencia económica de los bienes primarios hasta la crisis del 2001. Por ejemplo en la década de los ’90, el Estado Nacional complementó dichos ingresos con la privatización de empresas y préstamos extranjeros para sostener la ley de convertibilidad.

 

En el inicio del nuevo milenio -luego de una crisis social y económica únicamente comparable con la de 1890 en la historia nacional- la Argentina obtuvo un crecimiento económico, donde no solamente aumentó la producción agrícola sino también la industria. No obstante la estructura económica seguía siendo la misma, ya que el aumento de la industria en el PBI se basaba únicamente en el consumo interno. Además, esta industria nacional estaba muy lejos de ser competitiva a nivel internacional y necesitaba indefectiblemente la ayuda del Estado para mantener su producción. El Estado no solamente estimulaba el consumo interno con acciones político-sociales, sino que también subsidiaba a las industrias con dinero obtenido por retenciones a las exportaciones de productos agrícolas (principalmente la soja).

 

Luego de este breve resumen sobre la historia de la economía argentina, la pregunta que se plantea parece obvia. ¿Cómo salir de la dependencia estructural de las exportaciones agrícolas? Pero por ser obvia, no deja de ser una cuestión fundamental.

 

Es innegable que Argentina tiene ventajas comparativas que la impulsan a la producción agrícola y ganadera. Sin embargo creemos que en el siglo XXI, gracias a los avances tecnológicos, esa ventaja comparativa puede ser aprovechada de una manera mucho más fructífera si se les suma valor agregado a dichos productos. La etapa desarrollista demostró que el modo de lograr este objetivo no es con inversiones de capitales extranjeros ya amortizados. Porque únicamente serían competitivos a nivel nacional para una industria basada en el consumo y no en la inversión.

La única manera de superar las barreras establecidas por la dependencia agrícola es con un programa de desarrollo tecnológico nacional impulsado por el Estado. El mismo, sumado a una serie de medidas económicas, debe estar orientado para la creación de maquinaria capaz de disminuir los costos y lograr una industria con verdaderas capacidades competitivas a nivel internacional. Sería utópico creer que en el corto plazo la industria nacional podría estar compitiendo con todos los países del mundo. Por eso la clave está en realizar políticas económicas con los países vecinos para dominar la economía regional.

 

En resumen, si a las ventajas comparativas se le suma el factor tecnológico y se plantean medidas económicas para lograr una industrialización orientada a conquistar los mercados regionales, se colocarían las bases necesarias para superar el problema histórico de la dependencia argentina. De este modo la economía argentina se podría apoyar en una base industrial que, gracias al impulso obtenido por el desarrollo tecnológico, fomentaría el crecimiento y la competitividad de otras industrias más allá de las basadas en bienes primarios agrícolas.

 


[1]             "Las opiniones expresadas en los artículos publicados son responsabilidad de los autores".